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El vestido negro de novia

26-08-2021


El vestido negro de novia
Boda de María Quiles

Entre las donaciones que nos llegan al museo, en ocasiones aparecen auténticos tesoros... A finales de 2019, una familia hizo una donación de cientos de piezas, principalmente cerámicas y ropa, todo perfectamente documentado y datado. Así, entre estas bolsas de sábanas y prendas de bebé, apareció lo que parece ser un traje de novia de color negro. Datado en el año 1925, este vestido de raso, con hombros fruncidos, detalles decorativos de cuerda y puño interior con motivos florales en color fucsia, perteneció a María Quiles Antón.


Según nos cuenta su nieta, María Teresa Giménez Gomis, María nació en Perleta en 1904. De familia muy humilde, pronto trabajó en el campo y en el partidor de almendras de la pedanía (María decía que a los cuatro años de edad ya cuidaba de los hijos e hijas de las mujeres que trabajaban allí). Se casó a los veinte años con José Giménez Baeza y, poco tiempo después, se establecieron en Las Bayas. María siempre fue muy trabajadora, alegre, sociable y le gustaban mucho los niños y las niñas. Su nieta la recuerda vestida siempre de negro, luciendo delantal y peinada con un moño.


Prenda particular donde las haya -puesto que, a día de hoy, ¿cuántas mujeres se casan de color negro?-, no es tan extraña dentro de su contexto. Las mujeres no se casaban de blanco, sino que vestían de cualquier color, principalmente con elegantes piezas negras.


Para llegar al vestido blanco hay que remontarse a 1840, al 10 de febrero, día del casamiento de la reina Victoria del Reino Unido con el príncipe Alberto de Saxe-Coburgo y Gotha, en el que vistió un lujoso vestido blanco (muy costoso, además, dado que era extremadamente difícil conseguir ese tono con los procedimientos existentes). La reina Victoria inició una moda que, con el tiempo, se extendería por todo el mundo y que ha llegado hasta nuestros días.


No obstante, el uso del blanco en la boda no terminó de arraigar en la sociedad española hasta bien entrado el siglo XX, hacia 1950. Aquí, antes de los años veinte, era habitual vestir de negro -entre otros colores- y llevar la cabeza cubierta por un velo o mantilla, también de color negro, ajustado por una corona de flores blancas de azahar, considerado símbolo de pureza. Flores de azahar adornaban también el vestido, se colocaban en un pequeño arreglo en el lado izquierdo del pecho (tal y como puede apreciarse en algunas de las fotografías adjuntas a este artículo, del Archivo Fotográfico del museo). Fue a partir de la década de los veinte cuando el velo negro comenzó a ser sustituido por el blanco y el arreglo de azahar por el ramo de flores.


Hoy en día asociamos el color negro con la tradición del luto y la expresión del duelo, más que con cualquier celebración, pero el hecho de vestir de negro era “útil” para la mujer, en tanto que reutilizaba las prendas de la boda para otras ocasiones o la tela para confeccionar nuevas (las telas escaseaban tras la Guerra Civil…). Así pues, las familias menos pudientes se casaban con cualquier vestido de su armario, con piezas negras -sobre todo-, mientras que, en las bodas de las familias adineradas, las novias lucían vestidos blancos.


Autora: Marian Tristán, coordinadora del Museo Escolar.

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